Trabajar en un sexshop es uno de los trabajos más, digamos interesantes y diferentes, que existen en el negocio de las retail. Este oficio permite ayudar a la gente con sus dudas sobre sexualidad sino además orientarles para escoger los productos adecuados para ellos.
Si es verdad, que este trabajo también tiene en ocasiones sus “peculiaridades”, estas son algunas de las cosas más extrañas que, aunque parezca insólito, pueden ser comunes en un sexshop.
- Un vibrador es como unas bragas, es decir, NO SE PUEDE CAMBIAR, hasta ahí todo bien y todos lo entendemos ¿No?, pues muchas los clientes intentan devolver los juguetes, incluso hay quienes han argumentado “solo haberlo usado una vez”.
- Algunos clientes compran el consolador más grande que encuentran y piden que se lo envuelva porque es para un “regalo” (claro claro lo típico que todos regalamos)… Más de uno se lo ha tenido que llevar debajo del brazo como una barra de pan cuando no hay disponibilidad de envoltorios para las dimenciones del juguete.
- Muchos hombres insisten (a pesar de que nosotras les decimos que no es lo mejor) en llevarle el consolador más grande que hay a su mujer. En más de una ocasión ellas regresan a la tienda para intentar cambiarlo diciendo que sus esposos son unos “desgraciasdos”.
- Esto es super común: algunos hombres cree que las vendedoras son trabajadoras sexuales y le preguntan por su tarifa.
- Hay que solicitarle a los clientes en varias ocasiones que dejen de azotarse con los látigos y fustas en exhibición.
- La gente tiene severos problemas para pedir exactamente lo que quiere.
- Muchos clientes después de atenderlos, le dicen a las vendedoras que es un alivio que sean personas normales, ¿Gracias?
- Entre las anécdotas más particulares destaca el de esta chica: “En la tienda donde yo trabajo, tenemos una parte muy 50 sombras de grey con un columpio, un sofá, una cruz de sado, muy erótico todo. Pues bien, un día una señora me pidió hacerse una foto en este sitio (a la gente le pirla) encantada le dije que sin problema, para mi sorpresa la mujer se desnudó hasta quedarse en lencería de encaje y medias con liguero, mientras le pedía a otra clienta que le hiciera la foto, ¡aún sigo en shock!”
- Por tanto, si estàs pensando en ir a un sex shop próximamente, saber que por lo general los que trabajamos ahí somos personas totalmente normales, y que les agradecemos enormemente que se comporten como la persona que se suponen que son.